“Lady Racista”
Descripción de“Lady Racista” no se inventó a sí misma. Es hija de los días. En su grito —“¡pin... negro!”— hay herencia, de siglos de saqueo, clasismo disfrazado de civilización, y racismo barnizado de meritocracia.
OPINIÓN
Hellen H. Castro | Hellen Hernández Castro
8/6/20253 min read


El racismo no es un accidente, ni un mal día. Es un sistema operativo. Está en los mapas, en las pantallas, donde antes jamás veíamos protagonistas prietos si no era para ser criados, rateros o sirvientas. Está en cómo se pronuncian los apellidos.
“Lady Racista” nos indigna porque nos recuerda que no estamos tan lejos del virreinato. Pero también porque, si escuchamos con cuidado, su voz se parece a la de muchas tías, maestros, jefes y vecinos que simplemente aprendieron que la piel clara vale más. Y punto.
Galeano escribe:
“Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.”
“Lady Racista”, en cambio, cree que vale más que la vida del otro solo por su tono de piel. Y ese pensamiento no lo inventó ella. Lo aprendió. Lo heredó. Lo mamó con la tele, con la escuela, con la risa fácil hacia el “prieto con suerte”.
Entonces no se trata de cancelar a una persona. Se trata de cancelar la estructura que la fabrica en masa.
Vi a “lady racista” y pensé en mi abuela.
Mi abuela era racista. Lo decía sin culpa, como quien enumera las frutas que no le gustan, fracturó a la familia en varios pedazos con aseveraciones filosas, anécdotas que se contaban con gracia en la mesa de los domingos cuya reacción por parte de los afectados se tildaba de fragilidad y sensiblería. Ahora veo la valentía de quienes se alejaron al verse agredidos. La abuela era racista, también lo era la señora de la tienda. Y la maestra que puso a las “niñas prietas” atrás, a las “café con leche” nos puso en el medio y a la niña con bucles dorados y ojos azules hasta adelante, para dar la poseía del día de las m adres. No eran monstruos. Eran hijas de los días.
“Lady Racista” no nos sorprende. Nos duele. Porque la reconocemos. Las redes ardieron, sí. Aparecieron videos, análisis y hasta un narcocorrido que pone el dedo en la llaga: La viralidad no fue casual. Porque no es solo la indignación por una señora grosera: es contra una cultura que sigue usando piel y clase como salvoconducto. Buenos samaritanos salieron a atacarla con comentarios clasistas y machistas, y ahí está el otro rostro del sistema.
El racismo no siempre grita. A veces se disfraza de chiste, de halago, de corrección. Se cuela en el desayuno familiar, en la sobremesa con amigos, en el grupo de WhatsApp de la oficina. Se hereda sin cuestionar. Y así, se vuelve sistema.
• “Mejorar la raza”
• “Indio” como insulto
• “Trabaja como negro para vivir como blanco”
• “Tener el nopal en la frente”
• “Negrear” (para referirse a explotar a alguien)
• “Prietita, pero bonita”
• “India María” como burla
• “Gente bien” (para decir blanca o de clase alta)
• “Ese lugar está lleno de nacos”
Frases heredadas, repetidas, tatuadas en el lenguaje. Y el lenguaje construye mundo.Si no lo vigilamos, repite jerarquías coloniales con voz inocente y dulce.
Lo que duele no es que exista una Lady Racista. Lo que duele es que no es la única. Que hay miles. Que a veces la llevamos dentro. Que, como dijo Galeano,
“El racismo no dice su nombre. Se disfraza de sentido común.”
Y el único antídoto contra el sentido común colonial… es la conciencia. La buena noticias es que hay otros días por venir
Una canción :
https://open.spotify.com/track/6kpideEiqhWKQ82AuaCpSZ?si=clKsD10kSa-AMlnog0N0Fw
“Los hijos de los días” de Eduardo Galeano para quien no ha tenido oportunidad de leerlo : https://transitandolenguajes.wordpress.com/wp-content/uploads/2019/07/galeano-los-hijos-de-los-dias.pdf
Contexto de la noticia de Lady Racista: